Comentario
De lo que acontesció al gobernador y gente en este pueblo
Tres meses estuvo el gobernador en el puerto de los Reyes con toda la gente enferma de calenturas, y él con ellos, esperando que Dios fuese servido de darles salud y que las aguas bajasen para poner en efecto la entrada y descubrimiento de la tierra, y de cada día crescía la enfermedad, y lo mismo hacían las aguas; de manera que del puerto de los Reyes fue forzado retirarnos con harto trabajo, y demás de hacernos tanto daño, trujeron consigo tantos mosquitos de todas maneras, que de noche ni de día no nos dejaban dormir ni reposar, con lo cual se pasaba un tormento intolerable, que era peor de sufrir que las calenturas; y visto esto, y porque habían requerido al gobernador los oficiales de Su Majestad que se retirase y fuese del dicho puerto abajo a la ciudad de la Ascensión, adonde la gente convaleciese, habido para ello información y parescer de los clérigos y oficiales, se retiró; pero no consintió que los cristianos trujesen obra de cien muchachas, que los naturales del puerto de los Reyes, al tiempo que allí llegó el gobernado~, habían ofrescido sus caudes a capitanes y personas señaladas para estar bien con ellos y para que hiciesen de ellas lo que solían de las otras que tenían; y por evitar la ofensa que en esto a Dios se hacía, el gobernador mandó a sus padres que las tuviesen consigo en sus casas hasta tanto que se hobiesen de volver; y al tiempo que se embarcaron para volver, por no dejar a sus padres descontentos y la tierra escandalizada a causa de ello, lo hizo ansí; y para dar más calor a lo que hacía, publicó una instrucción de Su Majestad, en que manda "que ninguno sea osado sacar a ningún indio de su tierra so graves causas"; y de esto quedaron los naturales muy atentos, y los españoles muy quejosos y desesperados, y por esta causa le querían algunos mal, y dende entonces fue aborrescido de los más de ellos, y con aquella color y razón hicieron lo que diré adelante, y embarcada la gente, así cristianos como indios, se vino al puerto y ciudad de la Ascensión en doce días, lo que había andado en dos meses cuando subió; aunque la gente venía a la muerte, enferma, sacaban fuerza de flaqueza con deseo de llegar a sus casas; y cierto no fue poco el trabjo, por venir como tengo dicho, porque no podían tomar armas para resistir a los enemigos, ni menos podían aprovechar con un remo para ayudar ni guiar los bergantines; y si no fuera por diversos que llevábamos en los bergantines, el trabajo y peligro fuera mayor; traíamos las canoas de los indios en medio de los navíos, por guardarlos y salvarlos de los enemigos hasta volverlos a sus tierras y casas; y para que más seguros fuesen, repartió el gobernador algunos cristianos en sus canoas, y con venir tan recargados, guardándonos de los enemigos, pasando por tierra de los indios guaxarapos, dieron un salto con muchas canoas en gran cantidad y dieron en unas balsas que venían junto a nosotros, y arrojaron un dardo y dieron a un cristiano por los pechos y pasánronlo de parte a parte, y cayó muerto, el cual se llamaba Miranda, natural de Valladolid, e hirieron algunos indios de los nuestros, y si no fueran socorridos con los versos, nos hicieran mucho daños. Todo ello causó la flaqueza grande que tenía la gente.
A 8 días del mes de abril del dicho año llegamos a la ciudad de la Ascensión con toda la gente y navíos e indios guaraníes, y todos ellos y el gobernador, con los cristianos que traía, venían enfermos y flacos; y llegado allí el gobernador, halló al capitán Salazar que tenía hecho llamamiento en toda la tierra y tenía juntos más de veinte mil indios y muchas canoas, y para ir por tierra otra gente a buscar y matar y destruir a los indios agaces, porque después que el gobernador se había partido del puerto no habían cesado de hacer la guerra a los cristianos que habían quedado en la ciudad y a los naturales, robándolos y matándolos y tomándoles las mujeres e hijos, y salteándoles la tierra y quemándoles los pueblos, haciéndoles muy grandes males; y como llegó el gobernador, cesó de ponerse en efecto, y hallamos la carabela que el gobernador mandó hacer, que casi estaba ya hecha, porque en acabándose había de dar aviso a Su Majestad de lo suscedido, de la entrada que se hizo de la tierra y otras cosas suscedidas en ella, y mandó el gobernador que se acabase.